Dennis Andrew Nilsen (23 de noviembre de 1945 en Fraserburgh, Aberdeenshire, Escocia) es un asesino en serie británico.
Hijo de Olav Nilsen (noruego) y de Betty Whyte (británica), Dennis tuvo una infancia muy dura debido al desastroso matrimonio de sus padres, y al alcoholismo de su padre.
El matrimonio sólo duró 7 años y tras el divorcio todo seguía como antes, nada había mejorado la vida del pequeño Nilsen, quien tenía dos hermanas más que vivían con sus abuelos, al igual que él. Luego de esto, cuando Nilsen tenía 6 años, su abuelo, Andrew Whyte, fallece. Debido a su edad no es informado de los acontecimientos, pero su madre, fanática religiosa, lleva al pequeño Nilsen a ver el cadáver de su abuelo, algo que le creó un gran vacío emocional y que lo marcaría de por vida.
También hay que resaltar una anécdota a los 8 años de edad, cuando Nilsen fue a nadar a la playa, y a punto de ahogarse, es rescatado por un chico quien supuestamente se excitó sexualmente con él y se masturbó en Nilsen, encontrando éste una sustancia blanca en su estómago al despertar de su desmayo. Si bien la mayoría de los asesinos en serie tuvieron una infancia plagada de problemas como la crueldad hacia los animales o piromanía, hay que resaltar que Nilsen tuvo una infancia bastante pacífica.
Los mayores problemas de Nilsen derivaron de las vivencias que tuvo que pasar y de las muertes a las que sobrevivió, como la de su abuelo o la de un hombre que se había ahogado en un río. Ver los cadáveres marcaría de por vida a Nilsen. Desde su juventud, Nilsen tuvo una clara orientación homosexual, y, de hecho, queda impresionado una vez con el torso desnudo de su hermano; fantaseando, intenta explorarlo, pero descarta inmediatamente la idea.
En 1961 se alista en la armada británica, dejó la escuela a los 15 años y fue directamente al ejército, donde se alistó en el cuerpo de abastecimientos.
Aprendió a utilizar un cuchillo de trinchar y a descuartizar reses.
Por las noches aprovecha la soledad de su cuarto para colocar un espejo frente a su cama y fantasear con que era un cadáver, por los que sentía adoración.
Durante los últimos meses en el ejército, Dennis Nilsen conoció a un hombre, y se desarrolló entre ellos una estrecha amistad. Nilsen consiguió que el joven, que no era gay, fingiese estar muerto en varias ocasiones, mientras él filmaba películas caseras. Su despedida fue una fuente de gran dolor para Nilsen, quien destruyó las películas y le dio el proyector a su amigo.
En el año 1972 deja la armada y se unió a la Escuela de Formación de la Policía Metropolitana en Hendson. Allí pasó el curso de 16 semanas y fue enviado a Willesden Green de policía. Nilsen realizó sus funciones sin incidentes e hizo algunos arrestos hasta que, en una ocasión, descubrió en el interior de un vehículo aparcado a dos hombres que se “comportaban de forma indecente” y no se atrevió a detenerlos, por lo que decidió renunciar.
En 1975, Dennis se trasladó a un piso de Melrose Avenue con David Gallichan. Por fin había encontrado a alguien con quien compartir su vida. Sin embargo, la relación era frágil y Gallichan se fue del piso en el verano de 1977. Nilsen estaba convencido de que no era apto para vivir en compañía de otra persona y, poco a poco, sus pensamientos fueron dominados por la desesperación.
Dennis Nilsen vivía con su perro, Bleep. Tras su arresto, el animal fue llevado a la Hornsey Police Station donde Nilsen podía oírlo lloriquear desde su celda. Bleep murió bajo los efectos de los anestésicos una semana después.
LA MACABRA HISTORIA
El jueves 3 de febrero de 1983 los ocupantes de los pisos del número 23 de Cranley Gardens, en el tranquilo suburbio de Muswell Hills, norte de Londres, descubrieron que sus lavabos no funcionaban correctamente.
La avería ya había logrado derrotar al fontanero local con anterioridad, y la tarde del martes siguiente éste recibió ayuda en la persona de Mike Cattran, de la firma Dino-Rod’s.
El primer trabajo de Cattran fue inspeccionar la fosa séptica que había junto a la casa. Ese tipo de inspecciones nunca resultaban agradables, pero aun así, cuando hubo quitado la tapa Cattran tuvo que admitir que en toda su vida profesional jamás había olido una pestilencia tan increíble. El fontanero dirigió el haz luminoso de su linterna hacia el fondo del agujero, tres metros y medio más abajo, y se llevó la desagradable sorpresa de ver una capa de un líquido blanquecino de apariencia viscosa salpicado por manchitas de algo horriblemente parecido a la sangre.
El hombre de Dino-Rod’s bajó al agujero, en contra de lo que le aconsejaban todos sus instintos, y cuando llegó al fondo descubrió trozos de carne putrefacto, algunos de ellos con cabellos aún adheridos a la piel.
La policía realizó una inspección completa de la fosa al día siguiente y encontró más fragmentos de carne y huesos, que fueron extraídos de ella e identificados rápidamente como humanos por los patólogos. Estaba claro que el inspector jefe de detectives Peter Jay tenía un asesinato que resolver.
Entre los residentes del número 23 estaba Dennis Nilsen -«Des», como prefería que le llamaran-, de 37 años, que ocupaba el ático. Cuando Nilsen volvió a casa de su trabajo en el Centro de Empleo de la calle Denmark la tarde del miércoles 8 de febrero, fue recibido por un trío de detectives. Nilsen expresó cierta sorpresa ante el hecho de que la policía se Ínteresara por algo tan mundano como unos desagües atascados, y cuando se le habló de 108 restos que se habían encontrado en la fosa séptica exclamó: «Dios santo, qué horror.»
Y en ese instante el inspector Jay se dejó guiar por una corazonada y replicó con estas palabras: «No me haga perder el tiempo. ¿Dónde está el resto del cadáver?»
Para gran sorpresa del detective, Nilsen respondió sin perder la calma: «Dentro de dos bolsas de plástico en el arrnario. Venga, se lo enseñaré.» Y así fue...
Cuando iban de camino a la comisaría, el detective inspector McCusker se volvió hacia Nilsen en el asiento trasero del coche y, como sin darle importancia, le preguntó si estaban hablando de un cadáver o de dos. Dennis Nilsen alzó los ojos y le respondió.
"Quince o dieciséis desde 1978: tres en Cranley Gardens y unos trece en mi dirección anterior de la Avenida Melrose, Cricklewood".
Y así empezó la extraordinaria historia del asesino múltiple más prolífico de Gran Bretaña.
Nunca hubo ninguna duda de que Dennis Nilsen era culpable -dictó 30 horas de confesión increíblemente detallada a lo largo de once días-, pero seguía existiendo la cuestión de cuán culpable era o, mejor dicho, de lo responsable que se le podía llegar a considerar.
Al principio, y después de haber consultado con el abogado Ronald Moss, Nilsen decidió declararse culpable. Aparte de ahorrarle mucho tiempo al tribunal y una gran cantidad de dinero a los contribuyentes, declararse culpable habría sido un acto de misericordia hacia las familias de las víctimas y al mundo en general, librándoles de tener que escuchar los peores excesos de Nilsen en la sala del tribunal.
Pero cuando el caso llegó al Tribunal Número Uno del Old Bailey el 24 de octubre de 1983, Dennis Nilsen había abandonado a su primer representante legal para sustituirlo por el señor Ralph Haeems, el pintoresco campeón de los desheredados, quien le aconsejó que cambiara su alegación inicial por la de «responsabilidad disminuida» debida a un trastomo mental.
El señor Ivan Lawrence abrió su defensa de Nilsen declarando que no tenía intención de probar que su cliente estaba loco, sino que en el momento de cada crimen sufría una anormalidad mental tan grande que era incapaz de formarse el propósito definido de asesinar.
El doctor James MacKeith del Hospital Real de Belén prestó testimonio afirmando que Nilsen tenía graves dificultades para expresar sus emociones y exhibía síntomas de conducta inadaptada. El doctor afirmó que dicha combinación era «letal». El señor Alan Green, acusador de la Corona, se opuso con gran firmeza a esa conclusión; Green recordó al tribunal la forma cuidadosamente calculada en que Nilsen había matado a sus víctimas y dispuesto de sus cuerpos, así como la astucia con que había intentado convencer de su locura contando mentiras de lo más obvio. En otras palabras, según él Nilsen era «un actor condenadamente bueno». Al final el doctor MacKeith no quiso describir la responsabilidad del acusado con la palabra «disminuida», dado que se trataba de una definición legal y no médica.
El segundo psiquiatra llamado como testigo por la defensa, el doctor Patrick Gallwey, intentó que el tribunal aceptara lo que llamó «Yo falso del tipo encontrado en el desorden de personalidad narcisista pseudonormal», pero no tuvo mucho éxito. El concepto resultaba tan incómodo de utilizar como el nombre, y abreviarlo a «Síndrome del yo falso» no aclaró mucho las cosas.
Cuando la defensa hubo terminado de exponer su caso, la Corona, tal y como es costumbre en las alegaciones de «responsabilidad disrninuida», obtuvo permiso para hacer subir al estrado de los testigos a su propio psiquiatra «refutador» para que contradijera el testimonio experto prestado por Gallwey y MacKeith. El doctor Paul Bowden empezó declarándose incapaz de encontrar ninguna anormalidad mental tal y como era descrita en el Acta de Homicidios (El Acta de Homicidios de 1957 dice: “Una persona que mata o toma parte en el asesinato de otra no será acusada de asesinato si sufría una anormalidad mental (tanto si es resultado de un desarrollo detenido o retrasado como si es fruto de cualquier causa inherente o inducida por enfermedad o lesión) capaz de alterar sustancialmente su responsabilidad mental por las omisiones y actos cometidos en el asesinato o en su participación”), y siguió diciendo que, en su opinión, Dennis Nilsen sencillamente quería matar personas, lo cual era lamentable, desde luego, pero no tenía ninguna excusa en el aspecto psicológico: «Según mi experiencia, la inmensa mayoría de asesinos consideran a sus víctimas como objetos, pues de lo contrario les sería imposible matarlas.»
En cuanto al magistrado, el señor Croom-Johnson, su resumen de las evidencias médicas dejó bien claro que para él Nilsen no estaba loco, sino que era un asesino de la peor especie: «Existen personas malvadas que cometen actos malvados. El asesinato es uno de ellos». El juez también añadió que «el tener defectos morales no excusa a Nilsen. Una naturaleza desagradable no debe identificarse con un desarrollo mental detenido o retrasado.»
Así pues, y aunque el testimonio de los psiquiatras mantuvo ocupado al tribunal durante casi toda una semana, el debate terminó de una forma tan confusa y carente de una resolución clara como había empezado. La tarea de decidir si el acusado estaba cuerdo o no acabó recayendo sobre los miembros del jurado. Después de 24 horas de deliberación el jurado decidió que Dennis Nilsen estaba cuerdo y era culpable de seis asesinatos y dos intentos de asesinato: la decisión fue tomada por mayoría de 10 votos afirmativos contra 2 negativos.
Nilsen fue sentenciado a cadena perpetua, y el juez Croom-Johnson recomendó que su estancia en la cárcel no fuese inferior a 25 años. Nilsen acepta esta sentencia y la verdad es que no espera ser liberado. En 1984 fue transferido de Wormwood Scrubs a la prisión de Wakefield, Yorkshire, donde sigue en el día de hoy.